La historia de la narrativa universal es una historia del bien o mal vestir, así como una descripción de los trajes y accesorios de todas las épocas de la humanidad.
Homero nos describe los telares de Penélope, así como las vestimentas de mendigo de Ulises; y se explaya en la armadura de Aquiles, forjada por el dios Hefesto.
Dante se encontraba fascinado por el palacio de la lana, (el Palazzo Arte della Lana, en Florencia) y retrata, en sus poemas, piezas del vestir como la catanella, la corona, y la dote, que describen los vestidos intricadamente elaborados, con punto de cadenilla, que usaban las mujeres pudientes de su ciudad natal.

Tampoco se olvida de las prendas que cubrían a los hombres, como el gonne contigiate y la cintura, cuya extravagancia y suntuosidad le parecían deleznables.
En la época de Isabel I de Inglaterra, la vestimenta creaba al hombre, o la mujer. Shakespeare hace eco de lo anterior en sus obras dramáticas. En Enrique V, utiliza al vestido como disfraz. Mientras que, en Noche de reyes, Malvolio viste calcetas amarillas como objeto de escarnio.
Cervantes, Balzac, Proust, y muchos otros novelistas, visten a sus protagonistas de tal o cual manera, ya que es el hábito el que hace al monje, dice un refrán español, por lo que la vestimenta del Quijote, por ejemplo, es un reflejo de su personalidad.
Ninguno de ellos, sin embargo, ha tenido que preocuparse por qué hacer con las montañas de ropa que pululan por nuestro cosmos. La ropa es el mayor contaminante que existe en el siglo XXI. Paradójicamente, aún más que el plástico, ya que el polyester no se deshace nunca, y está hecho de polímeros cuya base son los hidrocarburos.
En Europa, la tendencia de los jóvenes es no comprar ropa, sino reciclar la que tienen.
En Guatemala, tenemos la facilidad de poder donar lo que ya no nos sirve, a aquellos que tienen menos que nosotros, y de operar con el lema de la japonesa Marie Kondo, famosa por organizar los armarios de la gente desorganizada, quien sugiere un procedimiento muy sano: compras uno nuevo y regalas uno de tu armario.
No es un mal lema para empezar el año.
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