Al que madruga, Dios lo ayuda
- Maria Odette Canivell
- 20 abr
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 2 may
La Pepita editorial ha convocado cuatro concursos, en el año 2025, en las categorías de narrativa (cuento y/o ensayo) y poesía. Dos de los concursos Francisca de Navia y Angelina Acuña, (cuento y ensayo, y poesía; respectivamente) son para mujeres que empiezan a escribir; que nunca han publicado obra, en una nueva categoría a la que llamamos “emergente”, porque esperamos que las mujeres (que participen en el concurso) descubran el placer de escribir, y que nos acompañen toda una vida dedicada a la escritura.
Los otros dos concursos María Goubaud de Castillo y Odette Arzú Castillo (de cuento y/o, ensayo; y poesía, respectivamente) son para escritoras que ya han publicado obra, a nivel nacional o internacional.
Los concursos se anunciaron desde el 21 de marzo. El plazo se termina el 8 de octubre. Además de señalar que las participantes deben leer con cuidado las bases del concurso, el presente blog quiere enfatizar las bondades del refrán que le da título: Al que madruga, Dios lo ayuda.
Escribir es un arduo negocio. La escritora se sienta en una silla (esperamos una que sea cómoda) con su lápiz, su pluma, o con su ordenador. Espera a que la inspiración se haga presente. Y empieza el proceso de plasmar en palabras emociones, vivencias, experiencias, e incluso historias que alguien más le ha contado. Cuando las palabras brotan sobre el papel, las lee; las relee; le gustan; no le gustan, y algunas veces hasta le disgustan. Muerde la goma del lápiz. Le dice al ordenador que se vaya de vacaciones; tamborilea con la punta de los dedos en la mesa del escritorio. Se pregunta por qué razón las musas brillan por su ausencia, y a veces, maldice porque se le ocurriera la brillante idea de creerse aprendiz de escritora.
Todas las escritoras (y los escritores) del mundo han experimentado esas inquietudes. A veces todas juntas; en otros casos, solamente algunas. Sentir duda, enojo, sentimientos de inferioridad; bloqueo; más ira; más enojo; y más sentimientos de impotencia porque aquello que se persigue: crear una representación visual del lenguaje en la cual exploras ideas, pensamientos e información de una forma que perdure a través de los años, no parece poder emerger, y la tienes allí, en la punta de la lengua, eludiéndote, tentándote con su proximidad, cerca, pero tal vez muy lejos… es desolador.
La alegría que se siente y el orgullo, cuando de tus manos sale una creación literaria, sin embargo, es desmesurada. Misión cumplida. Tienes un futuro libro, ya sea de poemas o de cuentos y ensayos.
Por eso, ya seas escritora emergente, o alguien que ha hecho esto durante muchos años, empieza ya, no lo dejes para mañana y, un consejo…antes de que cambies de parecer manda tu obra al concurso, no esperes hasta el último día, porque al que madruga, Dios lo ayuda.

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